domingo, 5 de febrero de 2012

Chusta se ha despertado hoy triste y desganada. Chusta es mi perrita. Una mezcla de verdino y gran danés,casi  un potrito de ponny,con un corazón más grande que ella. Tiene ya casi once años, displasia de caderas y un bamboleo al andar de una Ana Magnani un poco caduca.
Está triste porque ayer por la tarde, en nuestro diario caminar por los paseos del Barranco de Santos nos encontramos arrancado un mostacero. Era el árbol más grande de los que habían plantado, y para dejarlo en el suelo, con sus pobres raíces al aire, tuvieron que reunirse cuatro o cinco descerebrados y trabajar más de lo que seguramente habían hecho en toda su vida.
Chusta no entiende la falta de civismo (ella es muy respetuosa ,sociable y limpia) Y menos aún la maldad, ni el daño gratuito.
Y hoy me mira interrogante y sigue triste.


jueves, 2 de febrero de 2012

Pues si. Amanece un nuevo día.

Desde que cumplí los setenta decidí que ya había vivido más o menos el espacio de tiempo que me podía corresponder, (sacando una media bastante optimista si olvidamos un poco las cifras del Tercer Mundo), así que decidí tomarme de ahí en adelante cada día como un regalo precioso que había que aprovechar al máximo.

Este ventana, a la que me asomo por una rendija detrás de la cortina, es una nueva experiencia.

Recuerdo, de cuando era pequeña y veraneábamos en La Laguna, las viejas casonas con los tejados convertidos en un bosque de verodes
.
Recuerdo los postigos de las ventanas, desde las que ojos intrigados contemplaban la calle. Si uno miraba para arriba, los postigos rápidamente se cerraban, ocultando la presencia de los curiosos.

Creo que algo así me va a pasar...

Simplemente me asomo por la rendija...y ya veremos.